ÉL: yo
también he nacido en tu Santa Montaña Señor Dios, ahora quiero escribir por
Ella, por la elegida, por la que vendrá. Desde la cumbre de la Montaña Sagrada
de mi Dios, te busco con la mirada, pero no te encuentro, en un Solitario me he
convertido por tu causa. Me elegiste, pero no te encuentro, ya han pasado más
de cinco años, y solo siento tu presencia. Un Osito de Peluche me sonríe y me
recuerda tu dulce voz. En una Hora Santa te vi como una ilusión, postrada en
tono suplicante con tu vestido de cielo, volví a ver y ya no estabas. En el
2013, en el día del gran combate, cuando quede herido, tú también estabas
muriendo, cuando te vi quede asombrado por lo conectado que estábamos.
Un combate, una herida y el recuerdo de un cometa. Las estrellas de cielo
están enojadas con la Tierra, porque tratan mal a una de ellas y le envían un
mensaje; pero el Sol intercede por la Tierra. A lo lejos en el cielo una
estrella de rodillas, una estrella suplicante, rogando para que las cosas
vuelvan a ser como antes. En el silencio se escucha el llanto de una mujer que
llora por sus hijos.
En las gradas de la
terraza hay un combatiente invisible, expectante, y utiliza sus fechas de luz para
abrirse paso en el camino de la vida.
Nota:
artículo inspirado en el Cantar de los Cantares y en experiencias
sobrenaturales.