En el mes noveno del año 2008 de nuestra era, me encontraba
en mi torre de vigilancia, degustando y saboreando una colección de libros que
había adquirido con el poco dinero que me habían pagado como practicante de
derecho. Mientras iba subiendo y explorando esta montaña comencé a ver por el
camino espinos enredados, mucha cizaña y la famosa hiedra; al llegar a la
cumbre, de repente se apodero de mí un
sentimiento de odio e ira mezclado con superación personal y desprecio por la
humanidad, y sentí que mi corazón se partió en dos; un pisar en falso y estaba
a punto de caer al abismo, instantes en que pude visualizar ya no con los ojos
de la carne sino más bien con los ojos del alma (como si estuviera viendo lo
que pasa en otra dimensión paralela a la nuestra), que en la tierra se libraba
una batalla entre las fuerzas del bien y las fuerzas del mal por mi alma. Caí
al abismo pero quedé atrapado en un árbol hermoso (de aquellos que crecen
milagrosamente en los precipicios, como despreciado), formado por principios y
valores cristianos que los había adquirido desde mi niñez. Conforme iba
trepando para salir del abismo me vino un recuerdo de un pasaje bíblico que
decía: “En tu boca será dulce como la miel, pero te producirá acidez en el
estómago” (Apocalipsis 10, 9 y Ezequiel 3, 3-9), hice un análisis riguroso de
todo lo que me había ocurrido y visto, y me dije: esta es la montaña del falso
profeta (Apocalipsis 13 y 19, 20), aquí crece el árbol de la ciencia del bien y
del mal, Dios nos ha prohibido comer de su fruto, porque la desobediencia es la
muerte (Génesis 2, 17). Al descender la
montaña venía pensando sobre la cizaña y las advertencias de mi Dios, respecto
a los siguientes versículos: mensaje a Laodicea (Apocalipsis 3, 14-19), son
falsos apóstoles (2-Corintios 11, 13-15), cuídense de los falsos profetas
(Mateo 7, 15), entre otros; momentos en que recordé una cita bíblica que decía:
“Pero ¡que angosta es la puerta y qué escabroso el camino que conduce a la
salvación! y qué pocos son los que lo encuentran” (Mateo 7, 14). Ya en tierra
firme me arrodillé ante Dios, reconciliándome con él para servirle con mayor rigor, sabiendo
que su palabra es verdadera; luego miré al cielo, sonreí, con una sonrisa de
esperanza y se alegró mi alma, subí a mi libro volador (La Biblia) y me fui
volando.
Una ofrenda de fuego de suave aroma para Dios, quizá le guste.
Una ofrenda de fuego de suave aroma para Dios, quizá le guste.
Algunos versículos de las Sagradas Escrituras sobre el tema:
1.- Pero Pablo dijo al capitán y a los soldados: “Si esos
hombres abandonan el barco, ustedes no se salvarán” (Hechos 27, 31).
2.- <<De mis ojos están brotando lágrimas día
y noche, sin parar, porque un gran mal aqueja a la hija de mi pueblo, una
herida muy grave. Si salgo al campo, veo personas atravesadas por la espada; si
me vuelvo a la ciudad, encuentro a la gente torturada por el hambre. Y por más
que se muevan los profetas y los sacerdotes, no encuentran la razón de esto>>
(Jeremías 14, 17 y 18).
3.- “Sepan, pues, que el Hijo del Hombre también es dueño del
sábado” (Marcos 2, 28). 4.- “Además, el Hijo del Hombre es Señor del sábado” (Mateo
12, 8).
El primer día de la semana, es decir, el día siguiente al sábado, que era ya nuestro domingo; los cristianos se distinguían de los judíos, reemplazando el sábado por el día de la Resurrección de Jesús (La Biblia Latinoamerica, Editorial Verbo Divino, Edición Revisada 2005, Pág. 339).
En ese sentido también San Justino nos dice: <<Nos reunimos todos el día
del sol porque es el primer día (después del sábado judío, pero también el
primer día), en que Dios, sacando la materia de las tinieblas, creó al mundo;
ese mismo día, Jesucristo nuestro Salvador resucitó de entre los muertos>>
(Catecismo de la Iglesia Católica,
Editorial San Pablo, 3ª. Reimpresión, 2017, Pág. 717, numeral 2174).